Lecturas y salud: la potencia de re-crear mundos
¿De qué hablamos cuando hablamos de promoción de las lecturas? ¿Existe una sola forma de leer? ¿Qué tiene que ver la promoción de las lecturas con la salud? ¿Cuál es el potencial de trabajar las lecturas en el ámbito de la salud? En la publicación anterior compartimos recursos de lecturas para transitar la cuarentena. Hoy, nos interesa reflexionar en torno a la promoción de las lecturas en y desde el campo de la salud.
Con los dedos silenciosos e inteligentes, tomó mis piezas, todos los ancianos, jóvenes, niños y mujeres, todas las piezas alegres y las tristes, las vigorosas y las débiles, las ágiles y las pesadas; las ordenó con rapidez sobre el tablero. Ante mis ojos hizo moverse un rato al pequeño mundo lleno de agitación, y al mismo tiempo tan en orden; lo hizo jugar y luchar, concertar alianzas y librar batallas, comprometerse entre sí, casarse, multiplicarse. Luego pasó la mano con un gesto sereno por el tablero, tumbó suavemente todas las piezas, las juntó en un montón y fue construyendo con las mismas piezas un juego completamente nuevo, con grupos, relaciones y nexos diferentes. El segundo juego se parecía al primero; era el mismo mundo, estaba compuesto del mismo material, pero la tonalidad había variado, el compás era distinto, las situaciones, colocadas de otro modo.
El lobo estepario, Hermann Hesse.
Desde la RIEPS, entendemos a la salud no en términos de ausencia de enfermedad, sino desde una concepción integral, positiva y dinámica, en la cual los procesos de Salud-Enfermedad-Atención-Cuidado (PSEAC) son resultantes de la interacción entre las dimensiones física, psíquica y social y, sus determinantes políticos, económicos, sociales y culturales. En la misma línea, la Ley Básica de Salud N° 153 de la Ciudad de Bs As plantea la garantía de la salud integral, sustentada en una “concepción integral de la salud, vinculada con la satisfacción de necesidades de alimentación, vivienda, trabajo, educación, vestido, cultura y ambiente” (Artículo 3).
Teniendo en cuenta esta forma de entender la salud, es que cobra relevancia la promoción de las lecturas dentro de este campo. En definitiva, en estos espacios “se realizan acciones dirigidas a acercar a las personas a la lectura como práctica cotidiana y fuente de placer, teniendo en cuenta los múltiples efectos que ésta genera tanto en las dimensiones subjetiva, cognitiva, vincular como social” (Rieps, 2013).
A su vez, entendemos que la realidad social está atravesada por desigualdades de clase, de género, étnicas, entre otras, que se traducen en condiciones diferenciales de vulnerabilidad ante la enfermedad (Grimberg, 2008). En este sentido, el acceso a los libros y lecturas como bienes culturales para ciertos sectores de la población no solo tiene que ver con dificultades materiales sino también simbólicas (con las representaciones sociales en torno a las lecturas, las experiencias de fracaso escolar, las posibilidades de pensarse como destinatarixs de dichos bienes). Por ello, promover la lectura y facilitar el acceso a los libros, asumiendo el valor que revisten social y culturalmente, implica habilitar la posibilidad de que conjuntos sociales puedan pensarse como lectores.
Poniendo en relieve estos atravesamientos sociales, la promoción de lecturas “en el marco de la promoción de la salud implica hacer jugar a la participación comunitaria a partir de una tarea concreta, construir ciudadanía y promover el ejercicio de los derechos (...)” (Dakessian, 2008). Es así que estos espacios podrían colaborar en la construcción de procesos de identidad favoreciendo el desarrollo de la autonomía, siendo ésta fundamental para fortalecer las capacidades individuales y colectivas que permitan transformar las condiciones de vida que subyacen a los problemas de salud.
Perspectivas sobre la promoción de las lecturas en salud
Pensando la promoción de las lecturas en salud, Ortiz y Espósito (2012) señalan diferentes dimensiones posibles a la hora de abordar dichos dispositivos.
Por un lado, nos encontramos con una perspectiva que concibe a las lecturas desde una faceta instrumental. Allí, leer aparece ubicado del lado de “lo útil/ lo serio”, y asociado generalmente al ámbito escolar. Se la entiende como una “herramienta para un futuro”, como “llave de ascenso social”. De esta forma, serviría como un modo de brindar aquellas herramientas que asegurarían un “buen desarrollo” de la persona y una inserción productiva en el mundo (Adissi; Monti; Ortiz, s/f).
Por otro lado, existe una dimensión reparadora de las lecturas que permite a lxs sujetxs que experimentan una enfermedad contar con otros recursos para afrontarla. El acercamiento a los libros y las lecturas puede operar como un modo de acompañamiento y cuidado que favorezca la tramitación de lo traumático, posibilitando que las personas puedan restablecer su función de creadoras de nuevos sentidos, no ya como pacientes–pasivxs sino como lectorxs/protagonistas/narradorxs–activxs. Así, las lecturas constituyen una invitación a introducirse en una situación lúdica en la que cada sujetx puede jugar a ser otrxs, vivenciar otras problemáticas y experimentar diversos modos de resolverlas. Esto posibilita que las personas puedan decir-hablar sobre lo que les pasa sin tener que nombrarlo explícitamente y así acceder a diversos modos de leer su propia cotidianeidad.
En un contexto en el que ciertas enfermedades pueden generar una “deconstrucción del mundo”, la estrategia narrativa, los vínculos imaginarios de experiencias y acontecimientos en una historia o tramas significativas es uno de los procesos recíprocos primordiales de los esfuerzos personales y sociales para contrarrestrar esta disolución y construir el mundo (Good, 1994, p. 218-219).
Por último, las lecturas se pueden analizar a partir de los efectos simbólicos que estos espacios producen en las instituciones y lxs sujetxs (Ortiz y Espósito, 2012). En este punto, las autoras mencionadas introducen la dimensión institucional-subjetivante, en tanto contribuye a transformar la lógica hegemónica de los efectores de salud, que tiende a reducir a lxs usuarixs en “pacientes”, meros receptores de procedimientos médicos y a lxs profesionales en los “únicxs poseedores del saber”. La promoción de las lecturas en efectores de salud desde este enfoque pone en tensión dicha lógica al reconocer a lxs sujetxs como activxs, con saberes, experiencias y tradiciones que se ponen en diálogo y se transforman en el encuentro con lxs otrxs, habilitando la palabra de quienes en general son silenciadxs. De esta forma, las lecturas permiten que se creen nuevas formas de habitar el efector de salud y posibilitarían otro tipo de vínculos entre profesionales y usuarixs, reescribiendo el tránsito cotidiano en un acto poético. Es entonces que se podría potenciar una mejor atención desde una concepción de la salud en términos integrales.
Esta perspectiva, entonces, se aleja de la instrumental ya que toma distancia de una mirada normativa, que considera al lenguaje como un instrumento para un fin determinado. Por el contrario, vincula la lectura con una resignificación del mundo por parte de quien lee. Se lee “para salir del tiempo, del espacio cotidiano y entrar en un mundo más amplio; para abrirse a lo desconocido, transportarse a universos extranjeros, deslizarse en la experiencia de otro u otra, acercarse al otro que vive en uno mismo” (Petit, 2000, p. 16).
Coincidimos con la autora en que las lecturas amplían nuestro universo cultural, permitiendo habitar el mundo poéticamente, elaborando relecturas y reescrituras de lo cotidiano. Siguiendo el análisis de Chartier (en Petit, 2000), esta dimensión se corresponde con la vertiente de libertad del lector. Ésta implica reconocer las diversas interpretaciones, apropiaciones y significados que dará cada lectorx sobre el mismo texto, deslizando su propio deseo entre las líneas, y distanciándose de la vertiente que le atribuye el “poder absoluto” al texto, sometiendo al lectorx para que se adecúe a modelos (Petit, 2000). En este sentido, en términos de Reyes (en Petit, 2000) fomentar la lectura tiene que ver con proponer al lector textos con fisuras, no con límites, para que pueda adentrarse en los intersticios de los textos en una continua búsqueda de sentidos, interrogantes e interpretaciones.
Para finalizar, creemos que es importante remarcar que cuando hablamos de lecturas, no nos referimos de manera literal a un texto únicamente, sino que todo es plausible de ser leído y releído de formas diversas. Cuando hablamos de lecturas en plural nos referimos a las múltiples formas de leer: lectura silenciosa, en voz alta, individual y grupal; lecturas no sólo de textos escritos sino de imágenes y canciones, contextos y situaciones, puntos de vista y sentidos que dispara una misma historia; la posibilidad de interrogar la lógica de las lecturas del equipo de salud y de cada una de las historias de vida. Se leen imágenes, palabras, sonidos, relaciones, relieves, gestos, silencios.
En definitiva, como en aquel escenario que relata Hermann Hesse, trabajar las lecturas nos invita a habitar y reescribir mundos, descubrir (nos) con otrxs y disputar sentidos en el ámbito de la salud.
Bibliografía
- Adissi, G.; Monti, M.; Ortiz, A.(s/f). Intervenciones preventivas en la infancia: alcances y límites de una apuesta. Buenos Aires.
- Dakessian, M. et. al. (2008) Vichando historias: sistematización de experiencias de promoción de la lectura para el fortalecimiento de familias, niños, niñas y adolescentes afectados por el VIH-sida, Buenos Aires, UBATEC S.A.
- GCABA-RIEPS. (2013). Guía de dispositivos de intervención en Educación para la Salud: reflexiones en torno a la práctica. Buenos Aires, Argentina: Ministerio de Salud del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
- Good, B. (1994). El cuerpo, la experiencia de la enfermedad y el mundo vital: una exposición fenomenológica del dolor crónico. Medicina, racionalidad y experiencia. Una perspectiva antropológica, 215-246.
- Grimberg, Mabel (2008). Contextos de vulnerabilidad social al VIH-SIDA en América latina. Desigualdad social y violencias cotidianas en jóvenes de sectores populares. En: Thule Rivista Italiana di Studi Americanistici (20) 2: 31 – 54.
- Hesse, H. (1990). El lobo estepario (Vol. 28). Libresa.
- Ley Básica de Salud Nº 153 (1999) Ciudad de Buenos Aires.
- Ortiz, Espósito, S. (2012) Programa de promoción de la(s) lectura(s) en un servicio de Pediatría ambulatoria. Disponible en: https://docs.google.com/folderview?id=0B1HbXRn5hv-lY1RjYjREVWR6cW8&tid=0B1HbXRn5hv-lWmowVXhtSTFWMk0
- Petit, M.(2000). Elogio del encuentro. Disponible en: https://ies28-sfe.infd.edu.ar/aula/archivos/repositorio/0/63/Elogio_del_Encuentro_Petit.pdf